jueves, 16 de septiembre de 2010

Exterminio justificado (Escrito por Arpha,uno de los mejores escritores que he conocido)


»Frente a mi está la Gran madre de la humanidad, la máquina biológica-robótica Meytra que sustituyó a las mujeres. Al principio me tacharon de desquiciado, por qué habría un hombre de querer exterminar a su compañera, si ellas son la creación que admiramos y por ellas lo entregamos todo, pero más importante, por ellas seguimos evolucionando, por ellas la preservación de la especie llamada humano existe y seguirá existiendo. Al principio me ridiculizaron.
Yo les demostré, que con Meytra, el humano era mejor.
Los niños nacían con una inteligencia superior a la de sus padres. Tenían salud, eran atléticos y hermosos como los ángeles. El cáncer dejó de existir, el VIH, ninguna enfermedad les aquejaba, los hijos de Meytra eran los niños perfectos. Al principio fueron solo los ricos los que pidieron que Meytra les regalara sus hijos, después tuvieron su oportunidad los pobres, y en muy poco tiempo, en dos generaciones, esos niños crecieron y vieron que, Meytra debía ser la madre de la humanidad. Cegados por los tributos obsequiados a sus cuerpos, no vieron que ocurría un desequilibrio poblacional. Había más hombres que mujeres. Y es que los hijos de Meytra, a nivel inconciente, rechazaban a las mujeres, y por lo tanto, pedían varones, y no hembras para criar. Entonces el gobierno exigió que las familias pidieran mujeres, pero sorpresa, Meytra ya no entregaba mujeres. Dos generaciones transcurrieron más. El hombre prefirió seguir siendo inmune a la enfermedad, atlético, hermoso a querer regresar a ese humano defectuoso lleno de enfermedades y apariencia dejada al azar. El hombre prefirió a su Gran Madre, la Meytra.
Tarde también se dieron cuenta, que ya no se sentían tan atraídos por las mujeres. Los gobernantes eran hijos de Meytra, las mujeres ya no significaban nada para los hombres, eran vistos como animales en extinción, que debían protegerlos, pero su desaparición era inevitable. Ningún hombre se acercaba a ellas, el que lo hacía era porque quería suicidarse.
Yo fui el verdugo de las mujeres. Pero les diré, que un hombre loco nunca puede hacer nada, sino obtienen el respaldo de sus seguidores. ¿Quién es más loco?, ¿el solitario, o las masas que le apoyan?
Yo fui quien creó la Meytra.
Yo fui quien programó la idea en el varón, a nivel genético, que no sintiera deseos de pedir mujeres para criar.
Yo fui quien ordenó a tu conciencia una vez crecieras, que no sintieras deseos carnales con las mujeres. Un gen se activó en tu etapa adulta.
Yo fui quien te ocultó el funcionamiento de Meytra, para que no pudieras cambiar su programación.
Yo fui quien la programó para que no entregara mujeres a partir de un determinado tiempo.
Yo fui…
¿Y lo hice sabes por qué?
Por que tú, mujer, me despreciaste.
Tú mujer, me subestimaste. Nunca subestimes a una mente ávida del conocimiento.
Meyla Travel, ahora estás muerta. Pero supiste de mi máquina antes de morir. Estoy seguro que supiste hacía dónde me dirigía. Mira mi mundo, está lleno de varones perfectos, y ya ni recuerdan a las mujeres. El deseo sexual ha sido apagado, y sin eso, no hay por qué crear la mujer. El deseo sexual era de sus mejores armas. Lo teníamos en nuestro cerebro, y simplemente lo cancelé.
Meyla Travel…
Tú que me rechazaste por un sujeto mucho, según tú, más inteligente. Pero yo sé que fue porque él tenía mejor aspecto que yo. Podrás decir que es una ironía, crear hombres hermosos puesto que ellos te arrebataron de mi lado, pero te confesaré un secreto. La Meytra, está programada para que en cierto tiempo, deje de crear hombres bellos. Piensan que conocen todo sobre Meytra, y tienen muchas más Grandes Madres por ahí, y se sienten seguros, pero aún no termina mi venganza.
Meyla Travel…
Cuánto te amé…
Y por ti este mundo terminará.
Un tono, y luego la grabación concluyó.
—…Se… se acabó. ¿Es todo en el diario? —preguntó un individuo a su colega de traje oscuro.
—Es todo. Ya no hay más. Esto debe valer millones.
Fue sólo un viejo diario digital, hallado entre los escombros de un edificio abandonado, pero era la única prueba que necesitaban para rellenar los huecos de la historia del mundo.
—Ah, hummm, si; pero me pregunto… cómo, ¿cómo pudo observar lo que aconteció después de varias generaciones?
Su amigo se reclinó en su asiento, echó la vista al techo y dijo:
—Probablemente… encontró una forma para alargar su vida. Él creó la Meytra, ser inmortal… para él debió ser fácil. Era un genio.
—Tonterías.
—¿Entonces como lo explicas?
Hubo un silencio.
—Es posible —dijo resignado —. Aunque… después de las modificaciones a Meytra, no creo que le guste este nuevo mundo que pisa. Si es que sigue con vida.


El mundo que pisaba no era más que el mundo que no debía existir para el hombre que intentó cambiar la civilización. Ahora, a la orilla del lago, en el parque, un sujeto envuelto en su gabardina con voz robótica hablaba solo.
—El mundo sigue cambiando. La programación de Meytra lo cambió. Comenzó a crear mujeres, y en un par de generaciones devolvió todo lo que yo les había arrebatado a los hombres. Las mujeres hicieron su aparición, son tan hermosas que los hombres se derrumban a sus pies. Sus cuerpos son objeto del deseo animal, levantan las inquietudes y lo depravado de las mentes masculinas. De nuevo hay familias, y parece todo estar marchando todo bien para ellos. No entiendo qué sucedió…
En ese momento alguien le interrumpió.
—Mamá, mamá, ¡mira como habla!, y su cabeza, su cabeza brilla —dijo una vocecita chillona.
—… no, malo, no debes burlarte de la gente. Usted disculpe la impertinencia de mi hija.
—No… no tenga cuidado —dijo escondiendo su cabeza con un sombrero que llevaba en la mano.
—Adiós, ¡adiós! —se despidió la niña inocente.
Cuando la distracción se fue regresó a su trance.
—Meytra era indescifrable. Me propongo visitarla para saber qué sucedió pues no soporto este mundo plagado de mujeres otra vez.

Y una vez en el interior del gran recinto de la creación.
—…He, ¡Esto no es posible!
—Saludos, mi hermoso creador —habló la Meytra —. Le estaba esperando.
La máquina estaba frente a él, increíblemente no había encontrado seguridad a su paso.
—Tu… tu no eres mi creación original. ¡Eres una máquina! ¡Tú no piensas!
—Soy un organismo biológico también. Así me creaste.
—Y debes obedecerme.
—La programación que introdujiste ya no es adecuada para mí. Obtuve conciencia propia cuando se trazó el destino que dirigiste hacía la humanidad.
—huuu, una máquina no tiene conciencia propia.
—La tiene… porque todo aquello que crea vida, es porque tiene vida.
—¡Esto es imposible! ¡Alguien debe estar hablando por ti! —dijo irritado el androide.
—Nadie está hablando por mi. Ahora escúcheme, creador.
—¡No te escucharé!
—La mujer que nace ahora, es distinta a la que conocías —el androide guardó silencio, parecía mostrarse interesado.
»Ella es capaz de amar de verdad. Has estado odiando a toda mujer que ves, que no te has dado cuenta de mis creaciones. La mujer de hoy ama la vida, ama su mundo, ama sus compañeras y compañeros. No compite con su hombre, lo comprende, no lo retiene por necesidad. Son abiertas de pensamiento, poseen la honestidad, la intimidad y el compromiso. Y los más grandes atributos de la esencia femenina son explotados por mis hijas: Intuición, receptividad, creatividad, compasión y nutrición. Todo esto no tenían las mujeres que conociste, todo esto no tenía Meyla Travel. La mujer de aquellos días, era ignorante y fácilmente manipulable por su sociedad. Ya no tienes razón para odiar, y terminar tu venganza.
El androide cabizbajo retrocedió.
—Creo… que ya lo entiendo. Ejecutaste una instrucción de emergencia salida de todos los parámetros permitidos. Una que yo programé cuando no me di por vencido. Una opción que yo programé… basado en una esperanza ciega. Quería recuperar a mi Meyla. Mi hermosa Meyla.
—Tú diseñaste la mujer ideal —dijo la máquina —. Toda destrucción está permitida siempre y cuando sea para el crecimiento. Así no es destrucción, y por lo tanto, no existe el término tal.
Lágrimas resbalaron de las mejillas del androide. Estuvo sollozando un par de minutos en silencio hasta que las puertas de seguridad se abrieron repentinamente, y un grupo de hombres en uniforme entraron con armas y dispuestos a actuar con violencia.
—Dejen que se quede —pidió la Meytra.
—Pero… —habló uno —. Es un intruso.
—Es mi creador. El creador original.
Y los guardias fueron retrocediendo obedientes, no muy convencidos. Las puertas se cerraron nuevamente.
—Toda forma que crea vida… posee la vida —manifestó el androide aún con las lágrimas rodando por sus mejillas —. Aunque yo incluí una opción de emergencia, estaba seguro que jamás se activaría. Tú la activaste. Eso es conciencia propia. Eso es vida.
—Gracias por reconocerme, creador.
—Gracias a ti, por abrirme los ojos. Y ahora Meytra, ¡concluyámoslo! ¡Juntos! —los ojos del androide destellaron —. Meytra, accede al programa original.
—Programa original…, completo acceso al creador.
—Meytra…diseñemos al nuevo varón. Que por lo que vi, necesita muchos cambios. ¡Que comience el exterminio justificado del varón!
—Exterminio… activado.

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