lunes, 5 de diciembre de 2011

Maribel:Nace la pequeña bruja-cap2


Mayo, 1980
Maribel nació una mañana de Mayo, apareció dentro de una cestita en la puerta de un orfanato, era una niña preciosa, blanca como la nieve, sus pequeños ojillos eran celestes como el mar, ¿Qué madre por así decirlo pudo dejar tan hermosa criatura abandonada a su suerte?, esa era la pregunta que se hacían las monjas. Pronto fue dada en adopción a un joven matrimonio que no podía tener hijos. Maribel fue como una bendición para ellos.
Todos adoraban a Maribel, era una niña tímida y algo recatada, pero sin embargo tenía un gran corazón.
La niña fue creciendo sin dar problemas, aparentemente era una niña como las demás; iba al colegio, jugaba con sus amigas, era buena como estudiante y jamás trajo a casa ninguna queja de ningún profesor ni de ninguna persona, era por así decirlo un sol.
Maribel fue creciendo sin dar problemas hasta que llego a la edad de diez años. A esta edad comenzó a tener una serie de sueños extraños, pero no eran malos, ella sentía paz con las imágenes que pasaban por su cabeza. En sus sueños aparecía una mujer ya adulta que se parecía a ella, recubierta de jazmines, con unas extrañas velas alrededor de ella y portando un extraño libro sobre sus manos. Esto la hacía pensar durante todo el día pero jamás le dio alguna importancia, al revés, sin saber el porqué aquel sueño le gustaba y comenzó a interesarse de una manera obsesiva por aquellas hermosas flores.
Pronto comenzó a cultivarlas en el jardín de casa, los jazmines que la propia niña cuidaba con todo su amor eran diferentes a los que se criaban en todo el pueblo, estaban tan llenos de vida que parecían incluso querer hablar.
En una mañana de Abril de 1990, la niña comenzó a causar por así decirlo los primeros problemas. Aquel día era perfecto, la mañana era preciosa, los jazmines saludaron a Maribel cuando salió por la puerta de casa vestida de comunión, aquel día iba a recibir a dios ,pero dios no quiso recibirla a ella.
La iglesia estaba a rebosar, la ceremonia se llevo a cabo sin ningún problema, la niña cantaba feliz, la familia estaba aun más contenta que la niña y el párroco se dispuso a dar el cuerpo de Jesús a todos los niños y niñas allí congregados. Llegó el turno de Maribel y allí comenzó todo, la niña abrió la boca y como por arte de magia un cristal de una vidriera de la iglesia salto en pedazos, el cura pego un repullo hacia tras y separo la ostia de los labios de Maribel, todos los invitados a la ceremonia se pusieron en pie, cuándo un extraño pájaro de color negro entro por la vidriera rota y voló hacia el cura enganchándose en los ojos de este y sacándoselos de cuajo. Aquello en el pueblo calo en el corazón de los habitantes, se pensó que era obra del demonio, que la niña estaba maldita y Maribel nunca recibió la comunión, ni entro al templo jamás. Pasaron dos años de aquello y anqué la niña lo intento jamás volvería a ser la misma. Los niños se apartaron de ella en el colegio, dejaban notas en su pupitre cuando ella no estaba, todos la llamaban bruja y ella sin entender el porqué de estos ataques se refugiaba en los aseos del colegio a llorar. Su consuelo lo encontró en una fiel amiga de la infancia, su nombre era Suzete.Suzete era simpatica, risueña, bajita y un poco entrada en carnes pero la forma de ser que tenia era cautivadora y desde niña fue el consuelo en todo momento de Maribel. La madre de Suzete, Amanda, una conocida sanadora de remedios naturales, jamás quito por un momento la amistad de Maribel a su hija. Juntas preparaban ungüentos y veía a Maribel como a una segunda hija, como a la hija que dio en adopción de pequeña por no poder tener recursos económicos para sustentarla. Maribel la admiraba y pronto surgió una estrecha relación con la madre de Suzete que perduraría durante muchísimos años. Las dos niñas se iniciaron en secreto en la sabiduría que la sanadora les ofrecia, Amanda quedaba boquiabierta con los avances de Maribel, en cambio Suzete era mejor sanadora y ayudaba mejor a su madre con los ungüentos.
Un día Amanda quedo perpleja con lo que le ocurrió a Maribel, las dos niñas y la mujer estaban enfrascadas fabricando un ungüento muy costoso a base de Magnolia estellata, una flor muy difícil de conseguir al menos fresca, cuando Suzete tropezó con la estreve que aguantaba la olla donde cocían la flor. Maribel como por arte de magia o quizás instinto señalo con su dedo la olla y poco a poco la empezó a levantar para que no callera al suelo el costoso ungüento. Cuando la olla de nuevo se poso en la estreve, Maribel cayó al suelo rendida por el esfuerzo y Amanda se apresuro en ir a llenar un vaso de agua para dárselo y así reanimarla un poco. Cuando la niña volvió en si Amanda le pregunto con el ceño fruncido.
_Maribel, ¿te has dado cuenta de lo que has hecho?.
La niña puso cara de susto y contesto a la sanadora.
_Señora yo no he hecho nada malo, por favor usted no me de de lado también como hicieron mis amigos.
La niña comenzó a llorar y Amanda la cogió en su regazo para tranquilizarla y le dijo.
_No mi niña, no llores, no es nada malo, ¿te suelen pasar cosas como esta?.
_Si señora, es mi secreto, por favor no le diga nada a nadie, a mis padres sobre todo no les gustaría saber que personas ajenas a ellos han presenciado algo así, me encerrarían, no me dejarían salir de casa, no señora….por favor……no diga nada ,_contestó Maribel un tanto aturdida.
_Nadie sabrá nada de esto Maribel, te lo juro, pero me contaras todo lo que te pasa, quizás yo pueda ayudarte y explicarte el porqué de estas cosas que te ocurren.
_Si señora se lo contare todo, a usted y a Suzete, _respondió la niña.
_Por casualidad, ¿sueñas con jazmines Maribel?.
_Todas las noches sueño con jazmines, hay una muchacha cubierta de ellos, se parece a mí, pero esto no me desagrada, me da paz y hasta me he aficionado en cultivarlos.
_Maribel, creo que tengo respuestas para casi todo lo que me has contado, ahora ve a casa, necesito meditar, mañana será otro día.
Amanda y Maribel fueron hacia la puerta de la casa, la sanadora beso su frente, secó las lágrimas de la niña con sus dedos y se despidió de ella. La sanadora se quedo mirándola hasta el final de la calle hasta que su pequeño cuerpecito desapareció en la lejanía, cerró la puerta de casa, se retrepo tras ella con lágrimas en los ojos y dijo……. Dios mío, Maribel es mi hija.

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